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sábado, 29 de enero de 2011

De lo intangible

Algunos dicen que soñar no cuesta nada, que la esperanza es lo último que se pierde. Pues vamos a ver que tan cierto puede ser esto.

Desde hace muchisimo tiempo, sueño con proyectos propios, con levantar enormes murallas con tan solo unos pocos hombres, de salir del anonimato y tener aunque sea un pequeño reconocimiento, por lo que pienso, por lo que digo, por lo que hago y lo que me gusta hacer. Quizás es mucho pedir, pero es algo que me gustaría.

Hoy decidí dar el primer gran paso: un pequeño y solitario post en un blog, el numero 36 para ser exactos. Una petición a uno de los que considero más grandes en la vida, y la ilusión de tener un "si". El proyecto que lleva años en mi cabeza comenzó a tomar forma en este mundo tangible, opté por exiliarla del mundo de mis "algún lo haré" y el primer paso fue tan insignificante como importante.

Hoy es cuando soñar no cuesta, hoy es cuando la ilusión es lo último que se pierde, pero ha comenzado un camino largo e interesante, mi primer gran proyecto.

viernes, 14 de enero de 2011

Fuuuuuu


Me aterra darme cuenta que estoy perdiendo mis habilidades para escribir. Me siento inútil y frustrado.



miércoles, 5 de enero de 2011

Sueño con el fin

Santiago ardía entre llamas, se escuchaban gritos desesperados, alaridos, un movimiento sin fin. Me acordé del 27/2, pero esto era peor. No logré ver que era lo que producía aquel resplandor rojizo, aquella nube de humo sin fin, que poco a poco rodeaba a la ciudad, me rodeaba y atacaba.
 
Corrí, como uno más, y reconocí varias caras en el trayecto, muchas de ellas ni si quiera tuvieron el tiempo para encontrarme, solo siguieron con su carrera, lejos, muy lejos de mí. Pensé en aquellos bellos momentos que viví junto a ellos y a ellas, pero que ahora para ellos no significaba nada, el fin estaba cerca, todos lo sabían, todos lo sentíamos. Me sentí completamente solo, me senté en la cuneta, y comencé a llorar, sin razón, o al menos eso creí.

Miles de recuerdos pasaron por mi mente: las dunas de Matanza, la ciclovía de Simón Bolivar, un par de perros callejeros, Destard, un colchón que necesitaba ser reparado, pastillas, paisajes del sur, la muerte y sus ojos...

Tal como el contenedor de oxigeno de un buzo, mi vida se fue consumiendo, lo sentía, lo sentían. Te apareciste frente a mi, con los ojos inchados de tanto llorar, con lo que parecian ojeras. Me miraste fijamente y explotaste, como si yo tuviera la culpa de algo, me gritabas y golpeabas, me hiciste entender que lo que no había empezado jamás, ya había terminado. Y quedé nuevamente solo, sin ti, sin ellos, sin Santiago,que ardía entre llamas, sin mi.
Nada tuvo sentido, me percaté de ello, y desperté de golpe:

-Que horrendo despertar.

Sudando, con una angustiosa sensación en mi pecho, como si algo me lo comprimiera, como si una estrella explotara dentro de mi torax, me levanté, desperté a mi fiel nido de circuitos, y publiqué esta entrada.